Los sueños llegan a sitios vedados, recónditos. La literatura puede acceder también a esos lugares: Un chico que lleva a modo de portafolios el cajón de su padre muerto; la aparición de una niña a los pies de la cama, cada noche; el instante único y salvador del crepúsculo. El escritor como médium, la sinceridad que quema. Y que las historias sean, siempre, lo que quieran ser.El chico del ataúd